Hacerse cargo de la propia vida no es un asunto sencillo. A diferencia de los demás seres con quienes compartimos el cosmos, los humanos no podemos vivir simplemente dejándonos llevar por la vida, porque no somos felices sin participar hondamente de los acontecimientos de nuestra vida. Necesitamos que nuestra vida tenga auto dirección, sentido, propósito y que todo ello sea llevado adelante como una decisión personal, en que se vea involucrado el conjunto de la identidad.
Para nosotros vivir es enfrentar una pregunta radical acerca de la definición de esa vida. Es una pregunta, cuya respuesta podemos evitar, equivocar o postergar o poner en manos de otros. Sin embargo, todas esas son alternativas válidas solo por un tiempo. Más temprano que tarde, la poderosa fuerza que nos impulsa a hacernos cargo de nosotros mismos, nos pasa la cuenta y nos obliga a enfrentar lo que hemos evitado, a corregir lo que hemos equivocado, a asumir lo que hemos postergado y a tomar en las propias manos lo que hemos dejado en las de otros. La vida es una pregunta, pero una pregunta que se nos dirige personalmente y que ha de responder cada uno individualmente.
Se nos plantea a cada uno la pregunta y la respuesta que damos, paradojamente la denominamos "llamado", vale decir vocación, con lo cual estamos diciendo que la vida nos dirige un potente llamado y nuestra respuesta, la única que cabe, es responder con una identificación total con ese llamado, convirtiéndolo en nuestro modo de existir. Así de amplia, extensa y profunda es la vocación, que coincide con el conjunto del proyecto existencial y con el contenido que damos al desafío de vivir.
Si estamos de acuerdo con todo lo dicho hasta aquí, entonces la tarea de dar con la respuesta, el desafío de escuchar el llamado con precisión, se convierte en una cuestión que no se puede dejar abandonada a la espontaneidad del azar. A lo largo de la historia y en las diversas culturas hay elocuentes testimonios de todos los trabajos que las diversas sociedades se han tomado para asegurar que cada persona se encuentre con la respuesta que necesita para vivir con sentido, con propósito, con dirección, vale decir, para vivir vocacionalmente.
Texto extraído del libro "El reclamo de los sueños, una mirada creyente sobre la vocación humana" por Ana María Díaz, Equipo TALITA KUM (Av. Jujuy 924, C.A. de Buenos Aires. Argentina. www.equipotalitakum.org.ar)
Comentarios
Publicar un comentario