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SER APÓSTOL EN LA CARIDAD

(...) La caridad, que es el fondo de la religión ("el deber primero es amar a Dios, el segundo, semejante al primero, es amar al prójimo como a uno mismo"), obliga a todo cristiano a amar al prójimo, es decir a todo ser humano, como a sí mismo, y por lo tanto a hacer de la salvación del prójimo, lo mismo que por la propia, el gran asunto de toda su vida. Todo cristiano debe ser pues apóstol: esto no es un consejo, es un mandato, el mandato de la caridad.
Ser apóstol, ¿por qué medios? Por aquellos que Dios pone a su disposición: los sacerdotes tienen a sus superiores que se les dicen lo que deben hacer... Los laicos deben ser apóstoles hacia todos aquellos con quienes se relacionan: sus próximos y sus amigos en primer lugar, pero no sólo ellos, la caridad no tiene nada de estrechez, abraza a todos aquellos que abraza el CORAZÓN DE JESÚS. ¿Por qué medios? Por los mejores, dado a quienes ellos se dirigen: con todos aquellos con quienes están en contacto sin excepción, por la bondad, la ternura, el afecto fraterno, el ejemplo de la virtud, la humildad y la amabilidad siempre atractivas y tan cristianas: con algunos sin decirles nunca una palabra sobre Dios ni sobre la religión, teniendo paciencia como Dios la tiene, siendo buenos como Dios es bueno, amante, siendo un hermano tierno y orando; con otros, hablando de Dios en la medida que ellos pueden aceptarlo; desde el momento que ellos tienen el pensamiento de buscar la verdad por el estudio de la religión poniéndolos en relación con un sacerdote escogido y capaz de hacerlos bien... Sobre todo ver en todo humano a un hermano – "todos sois hermanos, solamente tenéis un padre que está en los cielos" – ver en todo humano un hijo de Dios, un alma rescatada por la sangre de JESÚS, un alma amada por JESÚS, un alma a la cual hemos de amar como a nosotros mismos y por la salvación de la cual debemos trabajar – alejando de nosotros todo espíritu militante. "Os envío como un cordero en medio de los lobos" dice JESÚS...
Qué diferencia entre la manera de hacer y de hablar de JESÚS y el espíritu militante de aquellos que no son cristianos o malos cristianos y que ven enemigos a los cuales hace falta combatir, en lugar de ver a unos hermanos enfermos que hace falta cuidar, heridos echados en el camino para quien hace falta ser buenos samaritanos.
Parece ser necesario que los padres en el hogar, los sacerdotes en la catequesis y en las enseñanzas, todos aquellos que tienen misión de educar a la infancia y la juventud inculquen a los niños desde la primera edad, devolviendo constantemente sobre estas verdades:
- todo cristiano debe ser apóstol, es un deber estricto de caridad.
- todo cristiano debe mirar a todo ser humano como un hermano amado; si es pecador enemigo de Dios, es un hermano enfermo, muy enfermo; hace falta tener por él una piedad profunda y atenciones fraternas como hacia un hermano insensato... Los no cristianos pueden ser enemigos de un cristiano: un cristiano es siempre el tierno amigo de todo humano; él tiene por todo ser humano los sentimientos del CORAZÓN de JESÚS.
- ser caritativo, amable, humilde, con todos los hombres; aquí está el que hemos aprendido de JESÚS. No ser militante con nadie: JESÚS nos ha enseñado a ir "como corderos en medio de lobos", a no a hablar con amargura, con acritud, a no injuriar, a no tomar las armas.
-"Hacerse TODO A TODOS para entregarlo todo A JESÚS", teniendo hacia todos bondad y afecto fraternal, prestando todos los servicios posibles, tomando un contacto afectuoso, siendo un hermano amoroso para todos, para traer poco a poco las almas a JESÚS al practicar la dulzura de JESÚS.
- leer continuamente el Santo Evangelio para tener siempre en la mente los actos, las palabras, los pensamientos de JESÚS, con objeto de pensar, habla, actuar como JESÚS, seguir los ejemplos y las enseñanzas de JESÚS, y no los ejemplos y las maneras de hacer del mundo en las cuales caemos tan pronto como dejamos de mirar el modelo divino.
Este es el remedio, según mi opinión: - la aplicación es difícil, porque se refiere a las cosas fundamentales, a las cosas interiores del alma, y que la necesidad es universal.
Pero la dificultad no es para pararse; mientras más grande sea, por el contrario más hace falta ponerse rápidamente a la obra y trabajar con todas sus fuerzas. Dios ayuda siempre a aquellos que le sirven. Nunca Dios deja al hombre; es el hombre quien deja muy a menudo a Dios!


Hermano Carlos de Jesús (El subrayado es de Carlos de Foucauld)



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