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SER APÓSTOL EN LA CARIDAD

(...) La caridad, que es el fondo de la religión ("el deber primero es amar a Dios, el segundo, semejante al primero, es amar al prójimo como a uno mismo"), obliga a todo cristiano a amar al prójimo, es decir a todo ser humano, como a sí mismo, y por lo tanto a hacer de la salvación del prójimo, lo mismo que por la propia, el gran asunto de toda su vida. Todo cristiano debe ser pues apóstol: esto no es un consejo, es un mandato, el mandato de la caridad. Ser apóstol, ¿por qué medios? Por aquellos que Dios pone a su disposición: los sacerdotes tienen a sus superiores que se les dicen lo que deben hacer... Los laicos deben ser apóstoles hacia todos aquellos con quienes se relacionan: sus próximos y sus amigos en primer lugar, pero no sólo ellos, la caridad no tiene nada de estrechez, abraza a todos aquellos que abraza el CORAZÓN DE JESÚS. ¿Por qué medios? Por los mejores, dado a quienes ellos se dirigen: con todos aquellos con quienes están en contacto sin excepción, por la

CARGA CON TU CRUZ Y SÍGUEME

Este estilo de vida nos salvará, nos dará alegría y nos hará fecundos, porque este camino de renegarse a sí mismo es para dar vida, es contra el camino del egoísmo, de estar apegado a todos los bienes solo para mí... Este camino es abierto a los otros, porque ese camino que ha hecho Jesús, de anulamiento, ese camino ha sido para dar vida. El estilo cristiano es precisamente este estilo de humildad, de dulzura, de mansedumbre. Quien quiere salvar la propia vida, la perderá. Y esto hay que vivirlo con alegría porque la alegría nos la da Él mismo. Seguir a Jesús es alegría, pero seguir a Jesús con el estilo de Jesús, no con el estilo del mundo. Seguir el estilo cristiano significa recorrer el camino del Señor, cada uno como puede, para dar vida a los otros, no para darse vida a sí mismo. Es el espíritu de la generosidad. Además, nuestro egoísmo nos empuja a querer aparecer importantes delante de los otros. Sin embargo, el libro de Imitación de Cristo nos da un consejo bellísimo: «Ama no

JESÚS EN EL SAGRARIO

¡Qué bien se está contigo, Señor, junto al Sagrario! ¡Qué bien se está contigo! ¿Por qué no vendré más? Desde hace ya muchos años vengo a verte a diario, Y aquí te encuentro siempre, amante solitario. Solo, pobre, escondido, pensando en mí quizás, Tú no me dices nada, ni yo te digo nada, Si ya lo sabes todo, ¿qué te voy a decir?. Sabes todas mis penas, todas mis alegrías, Sabes que vengo a verte con las manos vacías, Y que no tengo nada que te pueda servir. Siempre que vengo a verte, siempre te encuentro solo, ¿Será que nadie sabe, Señor, que estás aquí? ¡No sé! Pero sé en cambio, que aunque nadie te amara Ni te lo agradeciera aquí estarás siempre esperándome a mí. ¿Por qué no vendré más? ¡Qué ciego estoy, qué ciego! Si sé por experiencia que cuando a Ti me llego Siempre vuelvo cambiado, siempre salgo mejor. ¿Adónde voy, Dios mío cuando a mi Dios no vengo? Si Tú me esperas siempre si a Ti siempre te tengo Si jamás me has cerrado las

EL PODEROSO RECLAMO DE LOS SUEÑOS

  Mucha gente experimenta que entre sus sueños y la realidad que viven, hay una distancia abismal.      Esta situación general nos pone en un gran riesgo, porque el espacio de los anhelos del corazón, el lugar de los sueños, debe ser llenado con algo. Si ya no podemos tener sueños inspiradores, los reemplazamos con fantasías compensatorias, que nos hacen olvidar de la realidad frustrarte, llevándonos a habitar en un mundo imaginario, donde todo es perfecto.   Sin embargo, las fantasías compensatorias tienen el grave inconveniente de enajenarnos de la realidad y de hacer que, cada vez que despertemos de ellas, nos sentimos más y más atrapados por las situaciones frustrantes. Por el camino de refugiarnos en la fantasía, lentamente dejamos de creer que es posible hacer algo para cambiar las situaciones que nos frustran, y caemos en un amargo y resentido acomodo a ellas, con lo cual, al rechazo que nos produce la realidad, se agrega ahora un inconsciente y vago auto rechazo (...)

AMABLE (EL AMOR ES OTRA COSA)

Si vas a un diccionario, verás que "amable" queda definido como "persona afable, complaciente afectuosa". Pero aquí queremos darle otro sentido: 1 . Mira el cartel: Es una foto de la película Francesco de Liliana Cavani, de los tiempos en que san Francisco, de joven, no sabía por dónde pegar. Estaba perdido. Pero un día, en la pequeña iglesia de san Damián, una imagen de Jesús "le habló". No con palabras, sino con una certeza: tuvo la seguridad de  que, siendo lo que era, una calamidad, un náufrago, Jesús le quería. Esa certeza ya no le abandonó nunca, ni en las horas más negras dejó de brillar aquella luz. Por eso, se agarró a aquella tabla para mantenerse a flote. Fíjate como acaricia la imagen, como se acaricia a quien se ama. Y dio un paso más: quizá también él podría amar de esa manera. 2 . Piensa esta frase: A ver cómo te suena: 'Toda persona es digna de ser amada y capaz de amar". ¿Cómo que toda persona es digna de ser amada? ¿Tam

CUANDO LLEGA EL TIEMPO

    Al momento de pensar en cómo descubrir la propia vocación, las respuestas son tan variadas como los conceptos de vocación que se tengan. Entonces hay quienes proponen tener en cuenta las habilidades que se poseen, otros los intereses que motivan, otros el estilo de vida al que uno se siente inclinado. Por cierto cada una de estas miradas tienen algo de cierto y algo de incompleto (...)   Nosotros creemos que toda gran obra y no hay obra más grande que desarrollar la propia vida, comienza con un sueño. Los sueños son las raíces del futuro. Elevan nuestra perspectiva y nos mueven a alcanzar cimas más altas, yendo más allá de donde uno cree que es posible. Cualquier nuevo umbral que uno cruza en la vida tiene una cosa en común con todos los demás, comenzó con un sueño. George Bernard Shaw decía: "yo sueño con cosas que no existen y me pregunto, ¿por qué no?".   Convertir nuestros sueños en realidad nos da un propósito en la vida, para lo cual necesitamos paciencia

LA NECESIDAD DE DESPERTAR UN ARDIENTE ASOMBRO

  Necesitamos repensar la respuesta que estamos dando a la pregunta por la vida, incorporando a ella toda la hondura que ha quedado oculta a nuestra mirada, desde el momento en que comenzamos a hacer burdas simplificaciones, por la necesidad de atenernos a los "hechos duros". Necesitamos recuperar la certeza de que no estamos solos, de que la vida y la historia no es un puro azar, renovando nuestra fe en la amorosa Presencia que nos deposita en la vida y nos cuida. Necesitamos una manera totalmente nueva de interpretar nuestra biografía, no tanto bajo el prima de causas y efectos como de llamamientos. No tanto desde el punto de vista de las influencias recibidas como de las revelaciones manifestadas.   De todos los descuidos que hacemos en nuestra cultura contemporánea, el más grave es el descuido de la belleza; el descuido de la capacidad de contemplar la vida como algo extraordinariamente hermoso, porque si no se percibe su belleza, se rebaja la posibilidad de a